Ganesha y Parasurama



Parasurama, también conocido con el nombre de Bhargava, es una Encarnación apoderada del Señor Vishnu que apareció para destruir a los malintencionados Kshatriyas, los miembros de la clase gobernante. Era hijo de Jamadagni y Renuka, y en el Mahäbhärata se le presenta como el preceptor del célebre guerrero Bhisma.

Después de concluir sus estudios en todos los campos del conocimiento, Bhargava fue a los Himalayas para practicar austeridades como una forma de adoración al Señor Shiva. El Señor Shiva se sintió muy complacido con su devoción y le regaló el Parasu, un hacha con poderes divinos. Por eso se le llamó Parasurama.

Una vez, Parasurama decidió visitar el Monte Kailash, la morada de Shiva. En el camino, pudo deleitarse contemplando los alrededores. El Monte Kailash estaba rodeado de fascinantes jardines llenos de flores y muchos lagos cuyas aguas eran de color verde esmeralda. Abundantes cascadas rodeaban el Monte Kailash, bañando afectuosamente la montaña tal como una madre alimenta a sus hijos.

Palacios engarzados con diamantes y templos consagrados a diferentes dioses, adornaban la gran Montaña Kailash. Después de atravesar toda esa belleza, disfrutando de la placidez, Parasurama finalmente llegó a la sagrada morada del Señor Shiva. En la puerta encontró a los dos hijos de Shiva, Ganesha y Karttikeya. Ganesha le impidió el paso a Parasurama, diciéndole:

--“¡No puedes entrar, mi padre está descansando!”

--“¡Está bien! No hay problema alguno, hijo mío”, dijo Parasurama. “Una persona de mi categoría puede pasar y esperar a que él despierte”.

--“¡No!” Vociferó Ganesha con ira. “Nadie puede entrar sin el permiso de mi Padre”.

--“Mi querido niño”, dijo Parasurama, “realmente no sabes quien soy”.

--“Sí, lo sé muy bien”, replicó Ganesha, “eres el hijo de Jamadagni y te llamas Parasurama”.

Parasurama estalló por causa de la ira que nacía de su ego, y dijo: “Entonces, ¿cómo te atreves a tratarme como a un extraño? Debes saber también que soy un gran devoto de tu padre”.

--“¡Eso no me importa, no permitiré que entres!” Gritó Ganesha.

Parasurama pensó que un devoto tan formidable como él no necesitaba el permiso de Shiva para entrar. Aguijoneado por ese pensamiento, comenzó a discutir con Ganesha. Los argumentos gradualmente culminaron en una fiera batalla. Con ira temible, Parasurama golpeó a Ganesha con su hacha y le cortó el colmillo derecho. El colmillo cayó al suelo, ocasionando un ruido atronador que perturbó a todos los habitantes del cielo e interrumpió el reposo del Señor Shiva.

Shiva y Parvati al instante aparecieron en la escena y vieron a su hijo tendido en el suelo, inconsciente, sangrando profusamente por la boca. También vieron a Parasurama allí, de pie, con su cabeza baja por causa de la verguenza. Madre Parvati suministró los cuidados necesarios a su hijo y pronto logró que recuperara el conocimiento. Entonces la Madre Parvati reprendió fuertemente a Parasurama, diciéndole:

--“Has cometido una gran ofensa”, dijo la Madre Parvati. “No tienes idea del poder de mi hijo. Él pudo haberte aplastado, acabando con tu arrogante existencia”.

--“Por favor perdóname, mi querida madre”, dijo Parasurama con humildad, “estaba muy ansioso por ver a mi Guru”.

Parvati continuó, “Has cortado el colmillo de mi hijo y le has ocasionado mucho dolor. Se supone que debes destruir a los malvados Kshatriyas, no a mi hijo”.

Cuando Madre Parvati estaba a punto de maldecir a Parasurama, el Señor Krishna pudo percatarse de la ira que la embargaba y se apresuró al lugar para implorar perdón en nombre de Parasurama. Después de darse un baño en el río sagrado, Parasurama los alabó con himnos divinos y la sagrada familia derramó sobre el numerosas bendiciones.

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